Réquiem por una rata II

Esta es Fusa. Hámster ruso, hembra. Se ha pasado dos añitos conmigo, desde que me la trajeran una noche unas amigas de la facultad, molestándonos mutuamente: ella me mordía, corría en su chirriante rueda justo cuando me acostaba, mordía los barrotes de la jaula sin cesar y, al principio, me acojonaba cuando se ponía a escalar por la parte de arriba de la jaula y de buenas a primeras se precipitaba al vacío; yo me quedaba hasta las tantas despierto, le daba sin querer golpes a la jaula, despertándola, y alguna vez he tardado más de la cuenta en limpiarle la jaula. Lo comido por lo servido.

Ayer, mientras veía los entrenamientos del Mundial de Motociclismo (que ha comenzado hoy), me asomé a ver cómo estaba porque últimamente la veía demasiado apagada y ya me lo iba temiendo. Efectivamente, cuando me asomé la vi demasiado destapada, así que traté de despertarla, sin conseguirlo, obviamente.

En fin, ha sido una compañera de habitación genial. Espero que le dé mucha vida al helecho bajo el que está enterrada.